• Koaching

    Y ¿Por qué no?

    ¿Por qué no salirse del propio miedo?¿Por qué no buscar una alternativa?¿Por qué no enfocarnos donde sí podemos en lugar de donde no?

    Pero… ¿por qué? El porqué nos lleva a la racionalización y no es una de las mejores preguntas para inducir la reflexión desde la emoción, sin embargo, ese propio cuestionamiento, puede llevar a preguntas de otro tipo: ¿Qué mejor inversión que la propia vida? ¿Quién dice que NO es posible? Si nos dirigimos a la PNL, ésta diría algo así (a grandes rasgos) como que el cerebro para por alto el “no”, luego la pregunta en realidad sería ¿Quién dice qué es posible? (véase, ¿Quién decide?). 

    ¿Qué se mueve por dentro que hace que pongamos nuestra vida en manos de las circunstancias, de nuestro jefe… de cualquier cosa fuera de nosotros mismos? Pero… ¿qué nos pasa?.

     Si recordamos quienes somos, recordaremos también todo lo que hemos hecho y de qué nos sentimos capaces. Cuando desde el miedo dices «no» ¿Qué consigues? ¿Qué evitas? Y si dijeras «sí» ¿qué pasaría? ¿Qué sería distinto en ti? ¿En qué lugar te pone? ¿Qué sería maravilloso de darte una oportunidad? Y tú, ¿Qué quieres?. (Esto no implica como lo más positivo para uno, lanzarse a todas las alternativas que salgan, sino que lo importante es ¿Desde donde elegimos? ¿Desde el miedo, la angustia, la parálisis o desde el convencimiento y el discernimiento?).

     Si has respondido a estas preguntas, eso que has visto ¿cómo lo quieres?. Es como hacer la carta a los reyes magos o pedir un traje a medida (y volvemos al ¿y por qué no?). 

    Date cuenta de qué cambia en ti cuando te enfocas en el “sí” y qué cambia cuando miras al “no”. Vuelve de nuevo a la sensación en ti cuando miras al “si” en tu vida, en tu trabajo, en tus relaciones, en las nuevas posibilidades que se presentan… Sobre todo, date cuenta. Quizá ahora lo veas difícil o imposible y es posible, que así sea. Sin embargo, éste es el momento de mirar esa barrera que te impide dar un paso más. 

    Ante todas estas preguntas, saltan miles de respuestas que empiezan por “porque…” y nos llevan a la justificación de lo que somos, hacemos y logramos en nuestra vida. Surgen afirmaciones como “si fuera tan fácil ya lo hubiera hecho” o “porque no es el momento para mi” o “las circunstancias no me acompañan”… etc. Y eso, es parcialmente cierto, como todo.

    Quizá si supieras qué quieres, encontrarías el cómo (tarde o temprano). 

    Hay dos factores fundamentales para que a alguien le cambie la vida: el compromiso real consigo mismo (sin excusas, asumiendo las consecuencias de sus actos, los riesgos y en definitiva, la responsabilidad sobre la propia vida) y la constancia. 

    Si has tomado una decisión, has elegido y si no la has tomado, también. Ya sea para mantener las cosas como están, para cambiar radical o ligeramente, para dar un giro… Sea lo que sea, que por lo menos, sea consciente. Sabemos que hasta cuando parece que “no elegimos”, lo hacemos. Al menos, evitemos ser “víctimas” de nosotros mismos y convirtámonos en agentes activos de nuestra vida.

    Se nos olvida que somos algo distinto al puesto que desempeñamos, la vida que vivimos o la imagen que ahora tenemos de nosotros. Somos un conjunto, una amalgama. Somos mucho más allá de una situación puntual. Tenemos problemas, es más, pasamos por situaciones, pero no somos ese problema.

    Confundimos el ser con el estar.

    El Coach es el que está encargado de ayudarnos a recordar nuestra esencia, lo que queremos. Está ahí para que nos comprometamos con aquello que elijamos, para decidir a qué decimos sí y a que dejamos de dar espacio en nuestras vidas. Y tú ¿a qué dices sí y a qué dices no en tu vida?  

    Cada uno, esta ahí para hacerlo real o dejarlo como un concepto vacío.  La mala noticia es, que depende de uno mismo y la buena es… que depende de uno mismo.  Todo es posible.

  • Koaching

    Coaching… ¿para qué??

    ¿Para qué?… Qué gran pregunta… La respuesta no es sencilla de explicar.

    Una de las percepciones que existe acerca del coaching, es la de un proceso en el cual una persona intenta convencer a otra de qué es lo que tiene que hacer. En realidad, esta percepción se ajusta a perfiles que o bien no tienen aún gran conocimiento de en qué consiste el coaching (y no lo han experimentado), o han tenido una mala experiencia con un coach (que actuó de esa forma), o conocen a alguien que la ha tenido, o tal vez relacionan esta disciplina con otras a las que suele asociarse (vease, asesoría o consultoría).

    Por otra parte, en empresas donde hay un coach interno que ejerce sus funciones dentro de la compañía para la que trabaja, puede percibirse como una presión por parte de la misma para que la persona se ajuste a lo que la empresa quiere y (por la información que ha llegado a mis oídos de usuarios de este servicio) se vive como un intento de manipulación por parte de la empresa. Por supuesto, se asume que esta pueda ser una percepción subjetiva y en ningún caso, sea la intención ni el modo de trabajar de los coaches contratados dentro de una empresa (si bien es cierto, que pierden cierta libertad al estar bajo las normas de su contratador…). Por otra parte, la política y la cultura empresarial influyen en este sentido. Si la empresa es innovadora y puntera en su departamento de Recursos Humanos, el planteamiento será completamente distinto a si es rígida y está perdida en el pasado.

    El coaching busca sacar a la luz la potencialidad de la persona, ayudar a modificar ciertos esquemas (siempre no patológicos) de pensamiento (que inevitablemente acaban llevando a actitudes y acciones determinadas) y a que el otro se dé cuenta de qué, cómo, cuándo y dónde va a llevar a cabo ciertas acciones, siempre partiendo de sus propios recursos. Esto supone, que el lavado de cerebro está descartado como uno de los fines del coaching. 

    ¿Cuál es entonces el fin último?:

    Calidad de vida. Ser «felices» en última instancia. Teniendo en cuenta el concepto de ser feliz como algo más permanente en el tiempo que una situación determinada en un momento concreto y, asumiendo, que la felicidad eterna no es alcanzable para el común de los mortales…

    Con esto como base, pregunto ¿Qué nos hace más felices?. La respuesta que me surge es la coherencia con nosotros mismos. La coherencia con nuestros propios valores y principios, con nuestros deseos y aquello que consigue tener un impacto positivo en nosotros.

    Lo más común: una tendencia conformista dentro de nuestra zona de confort, alimentada por todas las creencias irracionales de incapacidad y temor al cambio, entre otras cosas. Se produce una negación (inconsciente) de qué queremos realmente y se transforma en una sucesión de obligaciones e imposiciones, en ocasiones internas y en ocasiones, externas (aunque al final, todo revierte en la introyección de las normas impuestas desde fuera, las asumimos y nos sometemos a ellas sin cuestionarlo… hasta que lo hacemos, claro está).

    A esto se une el punto sorprendente (desafortunadamente habitual): ante la pregunta «¿a ti qué es lo que te gusta?» la persona responde con mirada asombrada y… silencio de blanca… Mucha gente NO LO SABE. Nunca se han parado a pensarlo… No entra en su concepto.

    Con lo cual, si uno de los objetivos es aumentar la conciencia de la persona en cuanto a sus capacidades y al enfoque que desea dar a una situación o incluso a su vida, también es revolucionar de algún modo el punto de vista desde el que miraba el mundo. En definitiva, es crear coherencia interna entre lo que somos, lo que mostramos y lo que queremos.

    Bien… hasta ahí todo más o menos claro… entonces ¿qué hace que una persona no haga lo que tendría que hacer para ser más feliz? ¿Qué hace necesaria la presencia de alguien ajeno? Ahí lo dejo, como pregunta de reflexión….

  • Koaching

    Moviendo a la Gente

    Un buen principio de acción en el coaching es movilizar esa parte de las personas que hace que se mantengan vivas. Es decir, sus valores, sus principios, sus encuadres… en definitiva, para mi, el coaching, como práctica humanista no terapéutica (leí esta expresión en un artículo y me encantó) consiste en ayudar a reconectarse con uno mismo, con nuestra fuente original.

    De algún modo, acaba resultando como rozar por un instante con la yema de los dedos, el alma de las personas… y desde ese lugar, supone un recordatorio de que cada una de esas personas pasa por un momento determinado, sin ser ese momento en sí… y lo más importante, que la persona SE DÉ CUENTA DE ELLO. En cada uno están todos los recursos para afrontar cualquier situación. Somos completos.

    Es como ayudar a recordar una melodía. Es igual. Es entrar en contacto con el otro y a través de uno mismo como espejo, hacer que recuerde aquello que le da fuerza, le apasiona, le hace sonreir… o hace que se levante cada mañana. Relativizar lo que a veces magnificamos y magnificar lo que a veces relativizamos.

    El movimiento, puede ser sutil, apenas perceptible… o todo lo contrario. Eso sí, siempre a la medida de la persona, de sus necesidades.

    Es ayudar a que otro se mueva por sus propios medios. Nada tiene en realidad que ver con la valía, la experiencia o los recursos del coach, sino del coachee (el coach, obviamente ha de tener la formación y las habilidades necesarias para hacerlo, pero el trabajo duro y el éxito en los resultados, dependen y se refieren al coachee).

    De este modo, el reencuadre es una herramienta fundamental. El cambio de perspectiva desde un lugar en el que predomina la duda o la angustia a un lugar diferente, desde el que actuamos, pensamos y nos movemos de forma diferente y muchas veces, más constructiva que la anterior. Pero de nuevo, este trabajo le corresponde al coachee. El coach enfoca, ilumina ciertos lugares que están en sombra (iluminar, en el sentido de arrojar luz y no en el sentido de sapiencia, conocimiento o cualquier otro concepto que situe al coach por encima del coachee).

    En este sentido, en las empresas al coach se le suele interpretar como un consultor que va a aportar soluciones a problemas específicos, como si tuviera en su poder el conocimiento universal. De este modo, se falta a un principio fundamental de este trabajo. Si lo que necesitan es una solución empresarial, entonces hablamos de asesoría. Es perfectamente lícito combinar ambas cosas, eso sí, diferenciando cuál es cuál.

    El coach entiende de gente, ese es su trabajo, ayudar a convertir lo potencial en parte activa. Claramente, cuanto más conocimiento se tenga del mundo y el lenguaje empresarial, más sencillo será entender la situación por la que pasa el otro… no obstante, entrar en los detalles de la situación nos adentra más en el problema y nos aleja de la solución. Si bien es cierto que los procedimientos internos pueden fallar en la productividad, o en la organización de una empresa, también es cierto que la mayor parte de los problemas generados en la empresa abocan en problemas de entendimiento,  comunicación, actitud, equipo, etc. Aún apesar de una excelente organización interna o decisiones bien tomadas, cuando fallan las personas, falla todo lo demás.

    Así, en el fondo, supone una ayuda para que despierten partes adormecidas por el tiempo, el conformismo o el miedo a hacer algo diferente desde la creatividad y el cambio generado de dentro a fuera y no al revés.