No debería confundirse el coaching con psicoterapia, consultoría, ni con otras metodologías asociadas al liderazgo.
El coaching parte del supuesto de que el cliente cuenta con todos los recursos para su desarrollo y el coach es su acompañante en el proceso.
Un coach no es un psicólogo, y si encuentra alguna patología remite al cliente a un profesional psicoterapeuta.
Se entiende que cuando alguien acude a un psicólogo lo hace para cubrir sus necesidades psicológicas básicas, con el objetivo de vivir una vida normal y saludable.
Cuando alguien acude a un coach es para ir más allá de las necesidades básicas.
Quien acude a un coach quiere obtener más del hecho de estar vivo y está decidido a alcanzar objetivos que aumenten su satisfacción y su calidad de vida.
Un coach tampoco es un consultor; un coach personal es un observador activo que cuestiona, interroga, que enseña incluso a preguntar, pero que se abstiene de juzgar, de dar consejos o de sacar conclusiones.
En la metodología conversacional propia del coaching, la escucha, la apertura mental y la atención, juegan un papel primordial.
El coach ofrece apoyo, estímulo, inspiración, y desempeña el rol de “espejo” del cliente (también llamado coachee).
Un buen coach es un compañero y socio de indudable valía a la hora de enfrentar retos, dudas y momentos de cambio en la vida.
Vía: coachingaldaketa.com
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