
Los cuatro aspectos de una sesión de coaching
En este post vamos a tratar de los cuatro aspectos que se requieren para un buen servicio de Coaching:
1- La historia del cliente
Existe siempre una historia que el cliente quiere contar, puede ser solo un escenario o quizás una historia más intrincada que es preciso que el coach conozca.
Los coachs más experimentado, cogen de esa historia los elementos necesarios, saben que necesitan menos hechos que los que el cliente cree que necesita contar. Los coachs menos experimentados suelen caer en la trampa de creer que necesitan entender TODOS los elementos de la historia y se preocupan si se les pierde algo.
Otra interferencia suele ser la preocupación por hacer “buenas preguntas” que lleva a estar más pendiente de esto que de cada respuesta.
Una sesión de coaching se parece más a un dialogo que a una entrevista, es más flexible y con más ritmo. Requiere que el coach se relaje y deje ir las ideas fijas sobre hacia donde va la sesión para centrase más en el qué y ahora, parte de esto es el impacto que el cliente tiene en el coach y ese es el territorio del self como un instrumento de cambio.
Como coach no podemos nunca minimizar la importancia de la escucha. Tener una formación específica en técnicas de entrevista más allá de la consabida y necesaria “escucha activa” hace la diferencia entre un coach bueno y uno excelente.
2- El proceso cognitivo: lo que el cliente piensa
Vemos el mundo a nuestra manera.¿ Cuantas veces usamos la frase “la realidad es” cuando queremos decir “yo veo las cosas así”?. Resulta entonces que nos sorprendemos cuando los otros no actúan de acuerdo a como nosotros lo vemos.
Un error frecuente de los coachs es pensar: “yo estoy aquí para resolver los problemas de todos” a veces denominado “quitar el mono”, en términos conductuales, lleva a buscar resolver los problemas del otro de una manera activa con la idea de “para eso me pagan”, llevar eso al extremo origina estrés y la sensación en el coach de no ser nunca lo suficientemente bueno.
Nuestro trabajo como coachs es mantener al cliente interesado en sus propios procesos a través de despertar su autoconocimiento y no hacerlo llegar adonde a nosotros nos parece que “debiera” llegar.
3- El nivel emocional: los sentimientos del cliente
Cuando el cliente llega a un tema central suele haber un cambio emocional, el coach puede no notarlo o no saber hacia donde va eso. La idea de que el trabajo con las emociones corresponde al counselling complica la interpretación porque algunos coachs no tiene claro las fronteras o simplemente se sienten incómodos con los climas emocionales.
No obstante si en varias sesiones predomina el nivel emocional es muy importante que el coach pueda situar este clima en el contexto del trabajo de coaching y eventualmente decidir si necesita apoyo terapéutico, al menos por un tiempo.
Un coach novel tiende a centrarse en la técnica y, si no tiene formación como psicólogo o psicoterapeuta, suele temer a lo emocional. La mejor herramienta por encima de cualquier técnica es uno mismo.
4- El “self” del coach
Es la herramienta más poderosa que marca la diferencia entre un buen coach y un coach excelente.
“Self” es una palabra de múltiples usos pero en este caso se refiere a la habilidad de el coach de saber cuando decir algo y cuando no.
Resumiendo:
Desarrollar la capacidad del coach en los cuatro niveles es desde luego un desafío importante, a veces hasta los coachs más experimentados pasan por alto la historia del cliente o aspectos del propio self.
Claves para un buen desempeño:
- No subestimar el valor de la escucha de la historia del cliente
- Ser capaz de evaluar el sistema de pensamiento del cliente antes de dar soluciones prefabricadas
- El interés genuino en el cliente es un buen comienzo mucho más que centrarse en “lograr resultados extraordinarios”
- El coach debe favorecer la expresión de las emociones y no temerles; buscar sentirse razonablemente cómodo con la expresión afectiva del cliente y las propias reacciones emocionales (lo que en psicoterapia dinámica se llama contratransferencia) situa el coaching en su justo lugar
- Si el cliente se percibe a si mismo como “atascado” en un problema, no se trata solo de brindar estrategias de cambio.
- El “self” del coach es quizás la herramienta más poderosa para lograr un coaching de alto nivel de excelencia y diferencia al coach que solo sabe usar algunas “preguntas poderosas” de aquel que posee un conocimiento teorico y practico de los procesos.
No se trata de adaptar el cliente al coach sino de adaptar el coach y el coaching al cliente… única forma de que el coaching perdure en sus efectos y marque un “antes ” y un “después”.
Peter Bluckert: “The four dimensions to a coaching session”